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lunes, 2 de enero de 2012

Duro, sórdido y barato (Manuel Vilas)

Cuando Joy Division en la voz de Ian Curtis decide versionear “Sister Ray” de The Velvet Underground, allí, en ese momento, se produce un acto de energía artística trascendental. Para mí tan alto, históricamente tan duro, como cuando Lenin lee por vez primera a Carlos Marx. De hecho, ya no concibo a Lenin leyendo a Marx si no es desde un cuadro de Andy Warhol. La cultura Pop es la única cultura posible, esa es la cuestión. Esa cultura está en la música, está en el cine, está en la pintura, y sobre todo, está en la vida de la gente. Está muy metida en la vida de la gente. La gente es Pop, o afterpop, por decirlo a la manera de Eloy Fernández Porta.
Pero qué pasa con la literatura. Ay, amigos, esa es la última de la clase. La más tonta. La literatura se resiste. Lleva resistiéndose unos cincuenta años. Es muy aristocrática ella. Y en España esa resistencia es casi marca de la casa, una nueva reserva espiritual de occidente. Se nos dijo, de pequeñitos, que sí, que vale, que estaba bien que te gustase Bob Dylan, o incluso (y ya es incluso) la Velvet Underground, pero que te olvidases de eso a la hora de escribir. A la hora de escribir Dylan y la Velvet se tenían que quedar fuera. Que si querías algo así, en plan poesía, pero de verdad, pues Petrarca y la tradición clásica. Bien, pues eso es mentira. Una fea mentira. Una asquerosa mentira. ¿Qué diablos puede hacer un hombre como yo con Petrarca? Me da miedo y no entiendo nada. Y Ariosto, pánico me da. Y Horacio, yo no sé qué me da Horacio. Me parece un buen nombre para un bar de copas: vamos al Horacio, amor mío. Haremos el amor esta noche en los célebres lavabos del Horacio.

Un día el poeta y director de DVD Ediciones Sergio Gaspar, hombre bien ajeno al Pop, me dijo, sin embargo, lo siguiente: “la cultura Pop es la única cultura viva en Occidente hoy”. Se podría incluso decir, añado yo ahora, que la literatura que procede del Pop es la única literatura históricamente responsable. Si es que la responsabilidad histórica es un bien estético que interesa a la literatura. La cultura Pop está en el mundo o es el mundo, y en la literatura que procede de esa cultura hay lo que los antiguos llamaban “realismo histórico”. El cine de Luis Buñuel fue un cine Pop antes del Pop. Richard Wagner fue precursor del caos del Punk. Desde el Punk, desde los Sex Pistols, no ha pasado nada en el mundo. Terrible. Digo que pase algo de verdad, no sutilezas. Algo duro, sórdido y barato.
Porque si te gusta lo duro, lo sórdido y lo barato, ¿a quién demonios lees? En España, di, ¿a quién lees? Por eso yo me iba de la literatura, me iba ya. Dije “bah, tío, me duermo, que es que me duermo de verdad”. Entonces, me llamó Sergio Gaspar y me dijo “eh, Vilas, este es el momento, ya estamos maduros para el caos”. Esto fue en el verano del 2008. Estaba yo en una jodida piscina municipal de Zaragoza oyendo “Sister Ray” en el MP3. Era agosto. Una piscina municipal del extrarradio de Zaragoza es la única poética literaria que puede albergar en su dulce corazón un tipo como yo, claro. Mi literatura no se gestó en un castillo. Se gestó en una piscina municipal. Allí, y muy bien, eh.
Gaspar me dijo “Vilas, este es el momento, escribe, tío; a esa mierda que escribes le ha llegado su momento”. Ah, qué bien, parecíamos dos conjurados. Un mes después le di mi novela España y él la publicó enseguida, algo sorprendente. “Hay que darse prisa, igual el caos solo está maduro media hora o una hora a lo sumo, siendo optimista, una hora y cuarto”, explicó Gaspar, enemigo de las prisas. La única aspiración legítima de la literatura es el caos histórico, es el agrio consentimiento a la muerte y a la política, y es el amor puro. Pues sí, vamos a dejar un bonito suvenir de nuestro paso por la historia de la literatura española. Siempre hablando de cosas que no nos dan de comer. Maduros para el caos, sí.
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MANUEL VILAS, Quimera, Noviembre de 2011.


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