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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Más tristes son ustedes


Muchos lectores inteligentes, si es que los hay (muchos, no inteligentes), habrá notado el parecido del título de la entrada anterior sobre George Harrison ("Ese chico yonki y solitario") con el homenaje que una discográfica hizo en los 90 a Antonio Vega aprovechando una época en la que estaba semi-desaparecido: el disco se llamó "Ese chico triste y solitario" y al señor Vega no le gustó nada porque ni se le consultó los autores que entraron ni el título que, en su opinión, desprendía un tufillo paternalista y misericorde.

Este mismo año, Josele Santiago ha publicado un nuevo disco, "Lecciones de vértigo" y, en él, hay una canción, llamada El lobo en cuyo estribillo ("más tristes son ustedes/ rodeados de paredes/ sin poder salir") rescata una vieja anécdota que, siempre que ha tenido ocasión, ha contado con bastante gracia: la del día que vio a un mendigo pedir dinero en el metro bajo la fórmula de "es triste robar, pero más tristes son ustedes".



En esta entrevista en http://www.manerasdevivir.com/entrevistas/2011/josele-santiago con Kike Babas y Kike Turrón lo resume bastante bien:

'El Lobo' va para Antonio Vega...
Ni le menta ni está dedicada a él, lo que pasa es que las circunstancias en las que fue escrita, cuado me vino la idea, fue a raíz de la muerte de Antonio Vega, no por la muerte o por Antonio en sí, sino por la cantidad de chorradas que se dijeron en los medios. Pienso que Antonio vivió como quiso y santas pascuas, no hay que darle más vueltas al asunto. Cuando uno va por libre la envidia se disfraza de compasión.

Todo esto viene porque, aunque me encantó la charla de Boyero y Diego A. Manrique acerca del documental de Scorsese sobre George Harrison, me fastidió ese tono de conmiseración y esa insistencia en definir a un chico que se hizo multimillonario haciendo lo que le gustaba desde los 20 años, como un pobre desgraciado... Si os fijasteis, también notaríais que los vídeos que elegí para ilustrar esa entrada, tenían de todo menos de tristes. Al fin y al cabo, mucho más tristes hemos sido todos y cada uno de nosotros. Rodeados de paredes. Sin poder salir.



viernes, 11 de noviembre de 2011

George Harrison: ese chico yonki y solitario...

El País reproduce hoy una conversación entre Diego A. Manrique y Boyero sobre el documental en el que Scorsese retrata a George Harrison... Es difícil decir más con menos palabras



D. A. M. Puedo entender que no te haga gracia Yoko pero el hecho básico es que Lennon pasó los últimos 15 años de su vida con ella, así que algo habría...
C. B. Ya. Son manías... De todas formas, la historia que me parece aterradora, y que no recordaba, es la del hombre que entró en casa de Harrison para matarle. Eso es brutal.
D. A. M. Aterrador. En el caso de Lennon se podía entender que un loco quisiera matarle porque era un hombre absolutamente polarizador. Pero Harrison era un alma cándida y que de repente entre un friki a matarle en su casa era algo impensable. Pero al fin y al cabo Harrison fue un tipo de muy mala suerte. Eso se ve en el documental, cuando pierde la voz en ese concierto con Billy Preston. A Harrison le pasa de todo, le echan de las discográficas y solo recobra un poco el ánimo al final, cuando se junta con Bob Dylan, Tom Petty y Roy Orbison en Traveling Wilburys y cuando Eric Clapton le paga los favores y le lleva de gira, empujándole otra vez al escenario.
C. B. Hombre, ya podía pagarle los favores después de levantarle a su mujer. La historia de Patty Boyd y Clapton está muy bien contada. Esa mujer que inspiró Layla ySomething... me gusta esa frase de Sinatra diciendo que Something es una de las mejores canciones de amor de la historia.
D. A. M. Sí, pero en un concierto, y está grabado, Sinatra dijo que Something era la mejor canción de todos los tiempos... y luego añadió: "Y saludemos a Lennon y McCartney". Al final el drama de Harrison es el de un señor que está junto a dos genios de tal intensidad que queda eclipsado.
C. B. Creo que por eso me gusta tanto la socarronería de Ringo Starr. Me gusta mucho cómo está en la película. Es un secundario al nivel de los grandes del cine americano.


C. B. Incluso antes de morir se compra una casa en Suiza para huir de los impuestos. Es un hombre de extremos. Un obsesivo absoluto. Ya sea la coca, los Hare Krishna o los coches de carreras...
D. A. M. Y otro gran olvido de la película, además del plagio de My sweet Lord, ¡cuyo juicio perdió!, es cómo en los setenta destroza a Ringo Starr con un affaire con su primera novia, la de toda la vida, Maureen. Su gran amigo, el que hace pandilla con él frente a Lennon y McCartney, va y le cuenta que aunque puede tener a la mujer que le dé la gana se ha encaprichado precisamente de la suya. Tremendo. Al final, lo que ves es que entre ellos había algo realmente indestructible. Basta con el detalle final de Ringo relatando cómo se despide de él antes de morir.
C. B. No, si al final, es lo que dice Tony Soprano a su hijo cuando se intenta suicidar porque le ha dejado la novia, que detrás de tanta canción sentimental lo que hay es un negocio construido gracias a infinidad de putadas y abandonos.
D. A. M. Pero el misterio es ese, cómo un hombre que pasó por una experiencia que no podemos ni imaginar y que culturalmente no tiene equivalente en el siglo XX, que fue cambiar el mundo, se convirtió en un amargado.
C. B. Es algo que ya ves en las fotografías de ellos de jóvenes. Es como lo de Mystic river, que ya desde niños ves el papel que le ha tocado a cada uno en la vida. Ves a Lennon, el que mola del barrio, a McCartney, el señor de las grandes recepciones y negocios, y luego está el que no sabe muy bien qué pinta ahí. En cualquier caso me gustaría que Scorsese siguiera explorando la vida de genios como estos.
D. A. M. Sí, pero sin olvidar los asuntos oscuros.


jueves, 3 de noviembre de 2011

La mejor banda de todos los tiempos. Para todo el mundo. Durante un breve tiempo determinado.

Pégate un tiro para sobrevivir: un viaje personal por la América de los mitos es un libro sobre un periodista de una revista musical que debe ir viajando por EEUU recorriendo famosos lugares de defunción de célebres estrellas del rock. Mientras tanto esnifa cocaína, fuma marihuana, bebe alcohol, divaga sobre los efectos de estas sustancias en él, en la sociedad y en la composición musical, escucha discos, reflexiona acerca de diferentes artistas, duda entre los dos amores de su vida en ese momento y rememora los amores de su vida en momentos anteriores y se masturba filosófica y poéticamente con cuanto tema le salta al paso. El protagonista y el narrador, si no son la misma persona sí tienen, al menos, el mismo nombre (aunque, como diría Vila-Matas, el nombre propio es el mejor seudónimo) y entonces, podemos decir que, en un momento determinado, Chuck Klosterman asegura:


Siempre que me veo implicado en una conversación sobre las mejores bandas de rock de todos los tiempos, coloco a los Zeppelin en tercer lugar, detrás de los Beatles y los Rolling Stones. Es un sentir absolutamente mayoritario. Si se hiciese una encuesta entre los habitantes de Estados Unidos a los que les gusta la música rock, esas tres bandas serían las elegidas por consenso (y, además, en ese orden). Pero Zeppelin es con mucho la banda de rock más popular de todos los tiempos, y son populares en un sentido en que ni los Beatles ni los Stones pueden competir. Se debe a que toda persona nacida después del año 1958 ha tenido en algún momento de su vida la convicción de que Led Zeppelin ha sido la única banda de verdad que ha existido jamás. Y no hay otro grupo de rock que genere esa misma experiencia.


Yo, que no he hecho un viaje personal por la América de los mitos, ni siquiera he buscado los lugares en que la palmaron pues, no sé, Pepe Risi, Enrique Urquijo, Julián Infante, Cecilia o Migue Benítez y que no dudo entre los dos amoers de mi vida en este momento (el fútbol está un poco apagado esta temporada, he de admitir), estoy de acuerdo en bastantes cosas con Chuck Klosterman. Incluso, en este caso iría un poco más lejos... Pues Led Zeppelin no solo llegan a los fans de Beatles y Rolling Stones, sino que posiblemente serían (mínimo) la segunda o tercera opción también para los fans de Metallica, Iron Maiden, Guns and Roses, Jane´s Addiction o White Stripes... Y, por salirnos de Estados Unidos... me gustaría saber cuántos fans de Barón Rojo, Leño, La Polla Records, Extremoduro, Mago de Oz, Saratoga o, incluso, O Funkillo, ponen por delante a los Beatles o los Stones...


Sigue Chuck: 


Led Zeppelin es la entidad musical más legítimamente atemporal del pasado medio siglo. Es el único grupo en la historia del rock and roll ante el cual todo hombre al que le gusta el rock parece experimentar exactamente lo mismo. (...)
Sea cual sea la cualidad que hace Led Zep sea un arquetipo eterno debe ser “intangible”, pero incluso esta argumentación suena débil. Estoy en el estado de los grandes cielos, escuchando “Heartbreaker” a todo volumen, y la perfección de Led Zeppelin me resulta absolutamene palpable. (…) Todo es real. Y lo que abarca ese “todo” es que los Led Zeppelin suean a lo que son, pero también suenan a lo que no son. Suenan como una banda inglesa de blues. Suenan como un branquiosario de sangre caliente. Suenan a Aníbal atravesando los Alpes. Suenan sexy, sexistas y asexuados. Suenan oscuros y también colocados; suenan inteligentes y también tontos; parecen mayores que tú, aunque solo un poco. Los Led suenan a cómo actúa un tío enrollado. O, más específicamente, los Led Zeppelin suenan a cierta clase de tío enrollado: la clase de tío enrollado que todo hombre intuye vagamente que podría ser… si unas cuantas cosas de este mundo fuesen un poco diferentes. Y dicha experiencia es propia de Led Zeppelin, pues su manifestación es totalmente sonora: existe un momento en la vida en el que, cuando escuchas “The Ocean” y “Out on the Tiles” y “Kashmir”, sientes que esas canciones te convierten de un modo activo en la persona que quieres ser.



Importa poco que hayas escuchado cien veces esas canciones en el pasado y no hayas sentido nada, y también importa poco que no escuches rock & roll normalmente y solo hayas oído de pasada alguno de esos temas al pasar junto a la habitación de otra persona. Aun así, todos coincidimos en el mismo vértice: por alguna razón inexplicable, en un momento dado del proceso de maduración masculina, la música de Led Zeppelin suena como la perfecta actualización de ese tío enrollado perfecto que habita en tu interior. Escucharás la introducción del tema “When the Levee Breaks” y te sentirás como si tu cerebro estuviese dentro de la batería. Escucharás el aullido que da comienzo a “Inmigrant Song” y te imaginarás en la proa de un barco vikingo gritando ¡Valhalla! Y cuando esas cosas ocurren, no piensas en Physical Graffiti o Houses of the Holy en términos abstractos o metafísicos. Te limitas a pensar: “Vaya. Acabo de darme cuenta de algo: esta mierda es perfecta. De hecho este disco es infinitamente superior a cualquier otra forma musical en todo el planeta, así que esto lo que voy a escuchar el resto de mis días, a todas horas”. Y así lo haces durante seis días o seis semanas o seis años. Esa es tu fase Led Zeppelin. (…) Y es muy posible que superes esa fase. Pero ese es el motivo por el cual Led Zeppelin es la banda de rock más querido de todos los tiempos, a pesar de que la mayoría de la gente (incluido yo mismo) piensa que los Beatles o los Rolling Stones son mejores. Estas dos bandas son apreciadas de un millón de maneras y por un millón de razones, y los criterios para hacerlo cambian con cada generación. Pero a los Led Zeppelin solo se les aprecia de un modo, y ese modo nunca evoluciona. Es algo que comparten todos los hombres jóvenes, y seguiremos compartiéndolo hasta el fin de los tiempos. Los Led Zeppelin son inmortales, a pesar de que John Bonham no lo fuese.


(Pégate un tiro para sobrevivirUn viaje personal por la América de los mitos.
Chuck Klosterman.)


Desgraciadamente, me temo que, particularmente, he pasado mi "fase Led Zeppelin": desde luego, ya no estoy dispuesto a pegarme con nadie de 1,70 para abajo que ose decir que no son la mejor banda de todos los tiempos... Imagino que eso forma parte de la maduración (Nick Hornby decía que, en parte, te haces mayor cuando eres capaz de distinguir canciones buenas sin necesidad de que tengan un solo de guitarra increíble, una batería estremecedora o un bajo apabullante) pero, como siempre que observo signos de maduración, no puedo evitar sentirme también viejo. Y echar de menos esa etapa en la que estaba todo claro: si un buen grupo es siempre más que la suma individual de sus partes, está clarísimo, primero, que Bonham, Jones, Plant y Page coincidieran ponía las cosas muy difíciles, pero su forma de trabajar, les hacía definitivamente inalcanzables. Zeppelines mirando desde arriba con desprecio al resto de grupos que solo podía rezar para que se estrellaran. 


Cada vez que les escucho me entra la duda y pienso que igual no he madurado, sino que puede que esté involucionando. Que a los 16 tenía razón y que esto era lo mejor que se puede escuchar... Luego, siempre, se me pasa. Y paso a Exile on Main Street o Agila o 69 Love SongsEl Manifiesto Desastre. Que puede que, en parte, sean mejores, pero, como explica Klosterman no es lo mismo. Y no, definitivamente, no es igual.